LISBOA

Es la ciudad de contrastes, porque en ella conviven los recuerdos del pasado y las apuestas por el futuro, los barrios típicos y las avenidas modernas, y el equilibrio porque se ha conservado perfecta su combinación entre tradición y modernidad. Los brillos y perfiles del diseño actual dan una versión distinta de la hermosa y nostálgica capital portuguesa. Todo lo refleja y lo inspira el mar, que como dicen los lisboetas es "Un estado de ánimo". Maneras de sentir que también están presentes en la reinvención que inició la ciudad a partir de la Expo de 1998. El espíritu nostálgico de siempre convive en plena armonía con los aires nuevos de modernidad.
Amanece y las casas de colores del Barrio de Alfama, un barrio morisco con sus casas antiguas en las que vivían los pescadores y donde tantas veces cantado por los poetas coronan un horizonte por el que se deslizan a vista de pájaro: calles empinadas, cuestas y más cuestas, mientras de fondo se escucha siempre un fado. Aquí está la Se "Catedral" entre los muros románicos y fortificados que data del 1185, los tranvías, verdaderos monumentos históricos en movimiento; y el Castillo de San Jorge (entrada: 5€) en la colina que dio origen a la ciudad.
Mente abierta para disfrutar del Chiado, junto a la estatua sedente de Pessoa y las calles peatonales plenas de alma lisboeta y donde los diseñadores locales han domiciliado sus showrooms; también el Barrio Alto, antiguo lugar donde se reunía la élite cultural de la ciudad.
En la Rua Augusta, el elevador de Santa Justa (inaugurado en 1902) que une los barrios de la Baixa Pombalina y el Barrio Alto. Aunque su estilo recuerda a Gustave Eiffel, fue diseñado por el portugués Raul Mesnier de Ponsard. En su ascensor la gente más variopinta se apiña cada día para contemplar una maravillosa panorámica de la ciudad, casi rozando el cielo. No olvides que es un medio de transporte que une dos barrios y donde se pueden visitar el sobrecogedor Convento do Carmo, del siglo XIV, en ruinas, tal y como quedó tras el terremoto que asoló la ciudad en el año 1755.
Una de las plazas más famosas del barrio es la de Pedro IV, popularmente conocida como la Praça do Rossio, fácilmente reconocible por su fuente central y por tener como telón de fondo el Teatro Nacional Doña María y la Estación de Rossio una surrealista estación de tren -ahora es metro-, con preciosos arcos moriscos, quioscos de flores y dos cafés con historia: NicolaPasteleria Suiça.
Torre de Betlem
La Praça de Comercio en la Baixa del río Tajo, sirve de eje vertebrador a la hora de elegir posibles itinerarios. Tambíen la Casa dos Bicos, muestra del gótico un punto clave en la arquitectura lisboeta, cuya fachada está cubierta de piedras talladas en forma de picos en el barrio de Alfama, hasta hace poco con negras manchas de humedad, luce cristaleras nuevas en espera de abrir sede de la Fundación José Saramago. Rumbo a la zona de Belém, la huella de esa Lisboa que surcaba los mares en busca de nuevos mundos. La Torre de Belém es otro emblema lisboeta, que cerca del río sigue flotando y vigilando la entrada del Atlántico, se puede visitar por dentro (entrada: 3€) es tan representativa de Lisboa como nuestras Cibeles, Giralda o Sagrada Família. En sus inmediaciones hay un jardín donde según los habitantes, se respira el aire más puro. Nueva invasión del agua cercana, como ya sucediera en 1966, cuando la enormidad metálica del puente 25 de abril unió por primera vez las dos orillas del Mar da Palha.
Por esta zona está el cubo de mármol que es el  Monasteiro dos Jerónimos (entrada: 6€) impactante y sublime dentro de su estilo manuelino o gótico típicamente lisboeta, donde reposan los restos de Vasco de Gama  y enfrente del Padrào dos Descubridores, levantado en memoria de los conquistadores portugueses. Subir a lo más alto bien merece la pena: podrás contemplar el río, el monasterio y la gran rosa de los vientos. Un consejo: el mapamundi que decora el suelo frente al Padrao Dos Descobrimentos se ve muy bonito en el mapa de Google. Toma un café en la Pastéis de Belém en la Rua de Belém, 84-92. Sus salones decorados con azulejos son el escondite perfecto donde cometer un dulce pecado: comer pasteis de Belém, los pastelitos más típicos de la ciudad.
Al este de la ciudad se extiende el recinto que acogió, en 1998, la Exposición Universal de Lisboa. hoy conocido como Parque das Naçoes como escenario de la Expo, al que se accede a través de la Estación de Oriente, una de las obras más alabadas del arquitecto valenciano Santiago Calatrava.

Dónde alojarse
- Hotel **** Fénix en la Praça Marqués de Pombal, 8 de Lisboa. Con un moderno equipamiento y muy bien comunicado.
- Hotel *** Best Western Hotel Eduardo VII en la Avenida Fontes Pereira de Melo, 5 de Lisboa. Situado junto al Parque Eduardo VII y la Praça Marqués de Pombal, está frecuentado por ejecutivos y turistas en general.
Restaurantes
- Restaurante-Cervejaria Ruca en la Rua da Conceiçao, 47-49 de Lisboa. Especialidad de la casa: Gambas a la ajillo.
Cafés
- Confeitaria Suiça en la Praça Don Pedro IV de Lisboa. Es una de las clásicas en la ciudad, ideal para sentarse en la terraza que hay en la plaza y tomar un delicioso café con los típicos pasteles.
- Antiga Casa dos Pastéis en la Rua de Belém, 84-92 de Lisboa. Al lado del Monasterio de los Jerónimos, no te pierdas sus pasteles de crema de leche con canela y azúcar.
Visita imprescindible
- Sinta a escasos kilómetros de Lisboa se encuentra esta localidad con un mágico enclave en el que volver a la infancia y a los cuentos de hada.
- Cascais y Estoril dos ciudades cosmopolitas y románticas a unos 20 km. de Lisboa y a 2km. de Estoril, forman para muchos un lugar donde el azul del océano y el verde del parque natural que la envuelve crean una magia espacial. Podrás disfrutar de playas, acantilados, villas nobiliarias y palacios de cuento que dan vida y forma a la costa portuguesa más exclusiva de Portugal.

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